Primero, la versión no rebuznada.
La tele, me cae, que es chida. La tele es ¡Guau!—como bien dijeron alguna vez los sabios de la televisión Rin Tin Tin, Lassie y López Dóriga. La tele es buenísisima pa’ la salud, y eso no lo pienso yo (ojalá y fuese tan sabio). No, lo dicen los expertos que salen en la tele, y eso es neta. Es más, la tele es entretenimiento y educación del bueno porque, como dicen los productores, “al público lo que pida,” y el público desea ver entretenimiento educativo, como el Big Brother y la Academia. Eso sí que es un ‘che estudio psíquico-histórico-social del desarrollo de unos pelaos en la realidad mexicana luchando por un sueño. Los que escriben en revistuchas no entienden de ilusiones y por eso incriminan. ¿Cómo que echarle la culpa a la tele y a las multinacionales, diciendo que dizque son el nuevo opio de las masas? ¡Chales! Esas son jaladas, puras teorías de conspiración, nada de contenido, pura paja en el cerebro. Es más, han de tener todos los órganos podridos (el hígado, por ejemplo), porque de seguro ni ven tele. Si vieran la tele sabrían que los productos que ofrecen los comerciales salvan y mejoran vidas. No hay nada mejor que la mercadotecnia pa’ salvar la economía de cualquier país y de paso la vida de los compradores. Esa sí que es güena terapia. O luego decir que la tele favoreció a Felipito; no manchen. Si Felipito ganó es porque decía la verdá y solamente el que habla con la verdá sale en la tele.
Y el que piense lo contrario piensa malísimo, y eso no lo digo yo, sino el jurado calificador, y de paso el interventor de la Secretaría de Gobernación. Y que conste que esto es la meritita verdá porque chequé mis datos en la tele.
Ahora, la versión de rebuzne.
Felipe Calderón: El In(t[ele)cto], es decir, el, in tele, electo.
Groucho Marx, el otro Marx famoso, alguna vez dijo que la programación televisiva era su mayor fuente de educación porque cada vez que alguien encendía el receptor él se iba a otra habitación de la casa a leer un libro. Su chiste puede parecer hipócrita si uno considerara que él mismo representaba una marioneta del medio, pero un análisis profundo de su vida y obra sugieren que Groucho Marx era una persona progresista comprometida no sólo a la redención de los medios, sino también de la democracia; situación que, obviamente, nunca será difundida en la tele. La grandeza de la broma yace en la insinuación irónica y subversiva de que la televisión juega un papel importante en la educación, o mala-educación, de los televidentes.
Usualmente, cuando pensamos en los medios de difusión masiva, sobretodo en la televisión, nunca los consideramos como agentes de socialización. Por lo general, simplemente existen, informan, entretienen, pero casi nunca consideramos que su contenido moldea nuestro punto de vista, las modas que vamos a seguir, las frases celebres que vamos a repetir de un personaje—en si—la cultura que se crea y mantiene a través de la influencia que estos medios tienen en la formación de cultura en la sociedad. No obstante, en esta era, la televisión ha reemplazado a la escuela, al estado, y a la familia como métodos primarios de socialización porque la mayoría depende de ella para educarse. Su hechizo es tal que incluso maestros, padres y jefes de estado hacen referencia a programas televisivos para ilustrar un punto o para educar a la gente. Con esta observación, es interesante que cuando se critica a la televisión por imponer normas sociales los borregos in(tele)ctuales se rehúsen siquiera a considerar esa opción, pero consideren al estado, la familia, o a la escuela como agentes opresores de socialización. Tomando en cuenta la “Analogía de la Cueva” de Platón, es posible que esta disonancia pueda explicarse.
En este dialogo, Platón sugiere que para unos hipotéticos habitantes encadenados en una cueva, las sombras del mundo externo reflejadas en una pantalla representan la realidad. Nunca han experimentado una alternativa y por eso se creen esa realidad. Incluso, son hasta felices. Pero si un grupo es desencadenado, sale del subsuelo, experimenta una realidad alterna y regresa hablando de ella, es desdeñado. Para los habitantes que permanecieron en el subsuelo es irreconciliable cualquier otro punto de vista con su realidad. Tal disonancia conlleva a férreos ejercicios de negación. “¿Cómo puede ser posible haber vivido todo este tiempo embaucado?” Psicológicamente, tal reacción es normal porque al racionalizar se puede encontrar balance ante la disonancia, y por eso parece lógico proveer justificación incluso a lo inaceptable. Los que han regresado experimentan lo mismo, y pasan por un periodo de desilusión casi depresivo, pero como han tenido la oportunidad de experimentar otras opciones, se arman de ellas para bregar y encuentran un balance dándole cabida a posibilidades alternas.
Actualizando esta analogía, la programación televisiva contemporánea representa la pantalla en la cueva hipotética de Platón. Más importante aún es el caso de que las circunstancias no resultan por fuerzas aleatorias porque aquellos que tienen control de los medios y de la información, invariablemente, tienen cierto control de una representación de una realidad que más les conviene. Ellos dicen que no, que al público lo que pida, pero si Castro o Chávez tienen control de los medios, entonces tal análisis no es valido: Nosotros somos incapaces de manipular la realidad, pero los demás sí la manipulan. Aquí no existe disonancia, sino mera hipocresía y abuso de poder. A final de cuentas, sería ingenuo esperar que la NBC de Estados Unidos incluyese programación en contra de armas nucleares siendo su dueño mayoritario General Electric, una corporación que monopoliza la producción de esas armas.
Como el Internet, la televisión se esperaba que fuese un medio libre y gratuito para difundir educación. Por eso el espacio aéreo, constitucionalmente, como el petróleo, pertenece al pueblo. Pero llegaron las corporaciones invirtiendo en infraestructura y poco a poco fueron usurpando bienes públicos. Lejos de que esas corporaciones paguen impuestos por usar propiedad del pueblo, el pueblo tiene que pagar al ser invadido por comerciales, sentirse obligado y engatusado al comprar los productos, y de paso ser socializado para perpetuar el agravio. La situación es similar al síndrome de la mujer abusada: El marido la golpea y ultraja, y ella se cree el cuento de que es por su bien. Las condiciones de este síndrome se pueden extrapolar a la situación política de México, en relación al papel que la televisión jugó en las últimas elecciones.
Televisa y TV Azteca unieron fuerzas para abogar por una nueva ley federal de telecomunicaciones que prácticamente les proveyó el control absoluto de los medios. Nadie más, sino ellos. Esto ocurrió, curiosamente, durante una administración Panista. Al cabo de unos años llegan las elecciones y, curiosamente, FeCal es el gallo de todos los merolicos de la televisión bajo la nueva ley. Esto jamás puede representar el pago de un favor político de los medios porque ellos son objetivos, y, de paso, tienen el control de la información y de la realidad. Pocos se van a dar cuenta porque, a final de cuentas, somos lo que controlan todo, ¿no? Por eso AMLO siempre fue el anticristo. Los medios controladores hablaban maravillas de FeCal, los encadenados se lo creyeron, y los desencadenados, al no tener voz ni voto siendo considerados locos habiendo experimentado otra realidad, fueron desdeñados. FeCal ganó porque lo dijeron el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los medios masivos, que casi son lo mismo ya que están en colusión al representar los mismos intereses. Qué más da si Fox, cobarde como siempre, haya huido a Guanajuato y que El Grito de Independencia no haya sido cubierto como se merece, o como en años anteriores. Total, tenemos control de los medios y a pesar de que el grito haya ocurrido a la par de la Convención Nacional Demócrata, si no lo cubrimos como se merece, entonces no existe archivo de la otra realidad. Al no ser cubiertos por la tele, los demás jamás existirán en la historia, a pesar de que hayan abundado los comentarios de que apestaban después de 45 días de protesta pacifica y de que no era justo que usurparan el centro de la ciudad de México. Yo me pregunto: ¿Cómo diablos se explica tal disonancia, todo ese doble estándar de la realidad?
Y sin embargo, o a pesar de todo, FeCal permanece como candidato In(t[ele)cto] y el intelecto de los televidentes igual.
¿En qué cuarto de tu casa te refinaste tu educación política?
Carlos Lemus.