jueves, marzo 15, 2007

Toré y Tibá (1ra parte)

Amanece, la brisa y la humedad se conjuran para traer el canto de varias aves. El aire se siente húmedo, denso, fresco pero se identifica el sol con oleadas de calor que cubrirá el día. Lo que menos tuvo esta noche en la selva fue calma, pero así es en esta zona, pareciera que los animales salen de noche a hacer sus festines de lucha y apareamiento y descansaran por el día.


Por las ramas aparece Toré, un indígena con piel canela, el cabello largo y empapado de las aguas del río, parece tener prisa, carga unos plátanos y unos pescados. Corre con sus pies desnudos hasta llegar a donde lo espera su gente.


Tibá, una niña de la aldea, no pudo dejar de verle, desde que Toré salió a buscar pescado y frutos junto con la última estrella de la noche, acompañado de Maro y Talao. Ella sonríe cuando lo ve, pero oculta su pudorosa faz ya que sus padres le descargarían unos coscorrones, por andar de juguetona. Con todo y lo muina que es, Toré puede desatarle una sonrisa con sangre en las mejillas y en los labios, se le endurece la carne y se le pone la piel de gallina.



Al ponerse el cielo como la sangre y del color de la papaya los habitantes de la comunidad se reunieron frente al fuego, el viejo Paye, quién es capaz de viajar por los diferentes pisos del universo, está ahí al frente con la cara serena pero triste. Se toma un poco de makule (jugo de tabaco) y empieza a hablar. "Los huincas (blancos) han llegado con sus bestias que caminan por el agua. Con sus enormes animales que los hacen más rápidos. y tienen otro cuerpo que no atraviesan las lanzas así como otra cabeza sobre la cabeza. Vienen enojados, traen maldición. No respetan a Yayena la madre Diosa del equilibrio. Arrancan las frutas las muerden y las tiran. Huelen a muerte. Nos matan a nuestros hijos, a nuestras mujeres y nos convierten en sus leimas (mascotas)." Es el mismísimo Tushá, el espíritu de lo podrido. Debemos cuidar lo que la tierra nos da. Estos huincas con caras peludas y rosados de piel nos van a desaparecer o nos van a dejar a la voluntad de Tushá". El viejo Paye siguió hablando de conjuros y de sueños que terminaban en muerte y sumisión ante estos depredadores hasta que volvió a saludar la luna.


Toré, Maro y Talao, son presentados ante el fuego y la comunidad y se les felicita por haber traído el sustento del día. Ya su familia traerá las hormigas que se les aplicará en la piel. Estas ayudarán a cambiar de piel tierna por firme. Ésta es una ceremonia que los Wayãpi practican para ayudar a los jóvenes en su transición de adolescentes a la edad adulta.


Toré buscaba plátano y frutas para llevarlas a la comunidad y Tibá lo seguía sin que éste se diera cuenta. Cuando empezó a sentir que lo perseguían y le observaban de lejos empezó a inquietarse y corrió hacía el río. Ella le siguió sin perderle de vista y presenció cuando se echó al agua. Parecía que ese era su hábitat natural, se fundía con el agua y se disfrutaba esa fusión hombre-agua. Ella se metió al río por un costado y sorprendió a Toré que nadaba hacia donde ella estaba. Se encontraron mudos y la corriente los atraía, toda la atracción que sentían en la aldea se reflejaba en este momento en que se acercaban sin provocarlo. Tibá lo recibió en los brazos a lo cual Toré no puso resistencia, se fusionó a ella como al agua y también parecía ella su hábitat natural. "Algún día cuando las hormigas te cambien la piel te vendrás conmigo y seremos los que más compartiremos a la comunidad, porque así lo dice el agua Tibá, el agua te une conmigo, mis lágrimas se te han metido por la piel, mi río es uno con el tuyo y no habrá sequía que te separe de mi nunca".



Francisco de Orellana, un joven explorador español, recorría las aguas del río (lo que ahora conocemos como Amazonas), desde muy lejos. Había partido desde Ecuador, con la ilusión de conquistar más territorio para la corona española con el apoyo de los hermanos Pizarro (conquistadores del Perú y el reino Inca), ya que Francisco de Orellana había participado en varias campañas desde muy joven, inclusive había perdido un ojo en una de estas batallas del lado de Francisco, Hernando y Gonzalo Pizarro. Éste último acompañó a Orellana en su recorrido por el majestuoso río.



Gonzalo Pizarro hizo uso de su poder como gobernador de Quito y reunió 220 españoles y 400 indios para llevar a cabo la expedición, explicación y conquista del río hasta sus confines. Llenos de entusiasmo cruzaron los andes con la ayuda de los indios que ya conocían de las condiciones del lugar y servían como frentes de guerra contra cualquier contratiempo o animal raro. Llegaron a un punto donde las provisiones escasearon y Gonzalo Pizarro decidió regresar Quito con los pocos hombres que le quedaban vivos, al regresar Gonzalo se encontró con la noticia que su hermano había muerto traicionado por 5 bandidos y que su influencia política estaba disminuida a casi nada, lo cual lo convirtió en una especie de rebelde contra la corona de España y luchó como tal hasta retomar el poder algunos años después.



Los quedaron en la travesía construyeron un velero, el "San Pedro", para transportar a los heridos y las pocas provisiones. Habían perdido 140 de los 220 españoles y 3.000 de los 4.000 indios que habían iniciado la expedición.



Francisco se sentía que sólo la fuerza de la Sra. del Socorro lo podía tener de pié. El abrumante calor, los animales exóticos que mordían y desataban fiebres, peste y muerte, los muertos entre los soldados, las ansias de oro inexistente, no era tan fácil de sobrellevar y de controlar con una tripulación harta del calor y las incomodidades. En cuanto encontraban una población cercana al río, la desmantelaban, violaban y quemaban por la locura que el clima y el viaje les habían desatado, había dejado en ellos un espíritu de depredadores insaciables. Entre los frutos que los españoles recolectaban de las casi destruidas aldeas, se encontraban las mujeres de las aldeas, éstas eran obligadas a cargar con las pertenencias de los soldados así con sus pecados y lujuriosos deseos nocturnos.



"Todo esto es una condena en este mundo", pensaba un misionero Dominico llamado Gaspar de Carvajal, este se horrorizaba de los actos vandálicos de los soldados, levantaba la voz pero no era suficiente, un misionero tiene el tiempo empleado en la difícil tarea de conversión de los indios. Gaspar se hizo buen amigo de Fco de Orellana, después de que Gonzalo Pizarro le diera la consigna de seguir en la aventura del río Napo mientras él regresaba a Quito. Gaspar trataba de mantener ocupado a su ayudante Santiago para que no se contaminara de las maldades que los españoles hacían, le enseñaba a leer y en ocasiones le dictaba relatos para que el los escribiera.


Santiago era un joven al servicio de Carvajal. El dominico le había rescatado de la hambruna cuando era niño en Castilla. Se dice que su padre les había abandonado, a él y a sus dos hermanas, al haber ido a buscar fortuna en las indias el mismo día que su madre muriera a causa de la viruela. Santiago salió a las calles a vender las cosas de sus padres sin tener fortuna. Meses mas tarde ya que Santiago y sus hermanas tenían la piel pegada a los huesos, Gaspar de Carvajal se apiadó del niño que le parecía simpático y sobre todo servicial. Cuando el misionero estuvo por salir a las indias consiguió que aceptaran a las niñas en el convento de Santa María de Linares en Benabarre. Carvajal se llevó al niño al servicio de Dios, que mejor dicho era a su servicio.



Maro y Talao, los amigos de Toré, competían por llamar la atención de las niñas de la aldea. Llenaban sus cuerpos de barro y se arrastraban por los suelos para sorprender al otro y sacarles un susto que no era propio de cazadores. Un hombre no mataba por matar, pero nunca debía enseñar el miedo ante la sorpresiva posibilidad de morir. Las niñas no podían disimular sus risas cuando los gritos de los jóvenes hacían eco en la selva, tanto que espantaban a las aves que parecían estar observando el juego de Talao y Maro.



-Maro, eres un pajarito muy miedoso, y por eso te trago como jaguar-. Maro dejaba ir toda su ira contra Talao por la vergüenza que las tres niñas que observaban, sonreían burlonas al comentario. Las niñas se doblaban de risa, Talao no podía dejar de hacerlo tampoco y Maro de chillar ante la vergüenza de que había testigos de su miedo. Con un pedazo de raíz de mangle, iba persiguiendo Maro a Talao, para demostrar que no es chillón.



Toré nadó al otro lado del río, donde se encontraban frutas en forma de estrella, había plátanos, y frutas dulces que ni siquiera tenían nombre. Se encontró con gente de otra aldea, respetaba sus provisiones y movimientos tal como era debido entre los pueblos vecinos. Llegó la noche y se encontró en la misma postura que su aldea tenía, con el viejo Paye hablando de los mismos malos sueños y mala fortuna que los pueblos sufrirían, de la relación con la tierra, del reconocimiento de que todos los pueblos vienen de la tierra y es por eso que todos tienen el color de la tierra.de la tierra. Es por eso que la tierra llora, y tiembla, porque nosotros temblamos y lloramos.


Los exploradores de Francisco de Orellana llegaron a donde los jóvenes jugaban, y los rugidos de un par de arcabuces dejaron mudo el juego y a Talao muerto, su rostro parecía no entender el calor que sentía en el pecho y la espalda, ni como este calor se convertía en frió rápidamente. Las niñas escucharon el estruendo y vieron como Maro corría hacía ellas y las jalaba para esconderlas detrás de los arbustos.


Una de las tres niñas se había quedado atrás como estatua de barro, con sus grandes ojos color obsidiana. Por algún conjuro no se movió, antes de que los dos adelantados exploradores le echaran mano, Gaspar de Carvajal imperó que no se le hiciera nada y la puso bajo su protección. Estos soldados, encargados de abrir paso a la expedición eran Pedro de García y José de Magallón, quienes gozaban de atormentar indias y violarlas hasta matarlas, todo esto en la noche porque Francisco de Orellana los condenaría a muerte si se enterara de las atrocidades de estos artilleros andaluces.


Los exploradores llegaron a la aldea medio día antes que él mismo Orellana, los adelantados Pedro y José con 15 hombres más, esa era la costumbre, para avisar con tiempo a los de la expedición. Esto les permitió acabar con la comida, violar a las mujeres y matar a todo varón que encontraron, escondían lo mejor que podían los cuerpos y dejaban algunos porque no podían esconder que hubo hostilidad indígena. Al llegar el resto de la expedición Carvajal oficiaba misa en acción de gracias por los nuevos pueblos al servicio del señor.



Habían dejado mujeres y niños con incesantes lágrimas en la cara, cuerpos crispados y temblorosos de tanta maldad. Esta vez no quemaron nada porque la última vez el humo fue la alarma para que los demás indígenas se escondiesen y no salieran por semanas. La expedición tardó un día en llenarse de provisiones y organizarse para partir.



A la mañana siguiente antes de partir Pedro de García, había situado sus ojos en Tibá, corrió por toda la aldea tras la muchacha, se golpeó varias veces al caerse en la resbalosa superficie y no tener la misma destreza que Tibá. Al fin la capturó y ella le rasguño la cara lo cual le arrancó un grito desde las entrañas, la amarró con la lista de las primeras indígenas para partir ya pronto.


Toré regresó y solo encontró sangre, lloró frente al cuerpo de Talao y platicó con su amigo por última vez. Los únicos que sobrevivieron a la masacre fueron Maro y dos niñas de las tres que alcanzaron a esconderse antes de que llegaran a la aldea, además del viejo Paye que parecía pasearse de lado a lado

Se acercan los 30

Liliana ya cumplió 30, igual que lo hacen los que estan cerca de mi edad... a mi me falta un año y un par de meses. Liliana dijo que no estaba tan mal, al igual que Lemus, al igual que otros.

Yo, al igual que ella, me imaginaba lo mismo que igual ya sería un "señor". La panza ya la tengo, la lana, la esposa y los hijos todavía no... esos aún no me hacen falta.

La política parece estar cansada, después de un año de ajetreos entre el peje contra el mundo.

Es un buen momento de transición, un buen momento para virar, un buen momento para volver a la lucha. De definir "que" lucha de muchas que hay por pelear.

Un día común, un día ordinario.

Calentamiento global, felices por siempre, nada de musica, un convivio con la constante incongruencia con la que bailamos.

Un día mas.