domingo, noviembre 04, 2012

El caballo

Cuando cayó la tarde, mojada como tristeza, llegó llorando Jacinto con las rodillas amoratadas, "luegui luego" se arrimó con Don Eusebio a chillarle pero sin hacer barullo, como los meros hombres de esos que si lloran, pero no hacen ruido.

- ¿Y luego, qué te pasó?

- Me caí Tata, se me desbocó el caballo, se le aflojó la rienda, ya no lo pude parar y me tuve que tirar, mero ahí donde había muchas piedras que no se veían.

-¡Ah vale tan!...

-Perdóname Tata.

-No llore mijo, en veces así pasa de por si. Límpiese bien.

-Me cala Tata.

- Ni modo, aguántese,  eso le va a enseñar a irse con cuidado,  estos animales en veces no le hacen caso a uno. Miran tierrita parejita, sienten el frescor, y se sueltan a correr.

El viento y las flores, que atrás dejan se la pasan recordándoles que la libertad es suya.

Lo que uno debe de hacer en caso de que el caballo empiece a correr lleno de adrenalina, es inclinarse hacia atrás, amacizarse fuerte de las piernas, mantener el equilibrio, no jalar la rienda. solito va agarrar monte y va a ir parando de a poco.

-Pero se va rete lejos, Tata

-Ni modo ya lo regresarás con calmita, el chiste pues, es que aprenderá por si mismo a que no pasa nada, a que puede caminar, y si no, agárrase fuerte y disfruta el galope, luego te bajas, ya que solito agarre su pasito.

Sin miedo mijo, sin miedo



Apócrifo VII
3 de Noviembre de 2012

No hay comentarios.: