lunes, abril 25, 2011

Ojh Alá (Quiera Dios) يَتَمَنّى

Ojalá que puedas...

Dormir sin somníferos,
Platicar sin cigarro,
Socializar sin internet,
Atreverte sin alcohol,
Divertirte sin dinero,
Estar bien sin pareja,
Bailar sin música,
Revolucionar sin lucha,
Descansar sin fumar,
Inspirarte sin droga,
Despertarte sin café,
Entretenerte sin TV,
Andarte sin coche,
Reinventarte sin culpa,
Alucinar sin toxicos,
Reconocer sin culpar,
Vivir sin analgésicos,
Relajarte sin marihuana,
Aguantar sin coca,
Sonreir sin antidepresivos,
Hablar la verdad,
Amar sin pretextos,

Entregarte así nomás,
Estar sin necesitar,
Redescubrir tus sitios,
¡Dejarte de joder!

Aniquilar tu ego...
Presente en el presente,
Agradecer al respirar,

Quiera Dios que puedas morir viviendo... y no viceversa.



A mis hermanos

martes, abril 19, 2011

El mejor amigo (Cuento de Yuval Ochoa)



1
La ceremonia se celebraba como todos los años. Los vivos y los elementos festejaban la vida. De todos lados habían venido los vientos, de todas partes las aguas y animales de todas las especies.
Llamaron al fuego para que prendiera una fogata y se sentaron todos a su alrededor.
-Se lo que estas pensando.- Le dijo el perro a su amigo de tantos años.
-¿Ah si? ¿Y que estoy pensando?- le contestó llevándose la mano a la cabeza como si quisiera decir que le fastidiaba.
-Es un error eso que quieres.- le insistió el perro.
-¿Y que sabes tú si no conoces otra cosa más que ser un simple perro?
-No necesito quemarme para no meter la mano al fuego o que me coman antes para no acercarme a los cocodrilos.
- Déjame en paz.- Le dijo bruscamente con la intención de no seguir discutiendo.
Quedaron un rato en silencio frente a la fogata. Su expresión se había vuelto más dura y molesta, mantenía los ojos clavados en las llamas como si quisiera animar el fuego o quizás estuviera sucediendo lo contrario. La ceremonia de los vivos continuaba alrededor pero el ya no escuchaba, se había perdido por completo en sus pensamientos. El miedo lo había infectado hasta el fondo y se había convertido en un coraje que le nublaba la mente por completo.
Por fin ya no resistió y se paró con un movimiento brusco interrumpiendo la ceremonia. Todos se callaron y voltearon a mirarlo.
Hizo una pausa larga antes de decir cualquier cosa. Seguía sin mirar a nadie, con la mirada clavada en el fuego y las manos empuñadas a sus costados
-¡Yo no soy un animal!- dijo por fin.
Nadie le respondió, solo el silencio acompañó a su declaración.
Se quedó de pie un instante, volteo a ver al perro que estaba a su lado y sin decir nada dio media vuelta y se marchó.
De pronto todo se cubrió de una súbita tristeza, todos los seres agacharon la cabeza; el viento dejó de soplar y los arboles cesaron de moverse, hasta el fuego disminuyó su llama y la luna que iluminaba se escondió detrás de una nube dejando que la oscuridad reinara por un instante.
El perro caminó hacia el centro y sin mirar a nadie dijo –No lo dejaré solo, voy a acompañarlo y cuidaré de él. - Con el tiempo sabes que dejará de reconocerte, perderá la razón y no sabrá quién eres ni podrá entender lo que dices. Se ha quedado solo y no hay nada que puedas hacer. -Dijo una voz grave desde atrás
–Lo sé- respondió el perro con tristeza. Dio media vuelta y se marchó cabizbajo siguiendo los pasos de su amigo.

2

Lo encontró casi amaneciendo recogiendo leña con la que alimentaba una fogata en la orilla de una vereda. Cuando el hombre vio que el perro venía, se levantó y brincó hacia atrás poniéndose de pie y sosteniendo un tronco en el aire amenazante. Algo había diferente en el, parecía estar muy asustado, cuidándose la espalda todo el tiempo. Aquella seguridad y serenidad que caracterizaba a los hombres ya no estaba en el. El perro se le acerco con cautela hasta que el hombre pareció reconocerlo y se tranquilizo. Caminó hacia él hasta que por fin el hombre lo acarició y se sentaron a un lado del fuego.

- ¿Por qué me ataca el viento?- preguntó el hombre apretando el entrecejo al mismo tiempo que se abrazaba las piernas.

-Nadie te está atacando, lo que pasa es que ya no ves al viento y te pones en su camino. Solo a un tonto se le ocurriría hacer de esta vereda su refugio-.Dijo el perro.

- ¡Pues no me importa!- le contestó el hombre sintiéndose insultado.- ¡De ser necesario talare este bosque por completo y construiré una fogata tan grande que queme el mismo cielo!

- Si talas este bosque por completo entonces el viento podrá correr con libertad y no tendrás donde refugiarte.-

-¡Mira perro! te lo advierto, no empieces a colmarme la paciencia.- Dijo poniéndose de pie.- Yo soy el hombre, que desciende de la raza que llamó al fuego y que construyó armas y herramientas, que sobrevivió a la nieve y a la lluvia y a todas las sequías.

- Lamentablemente esos hombres de los que hablas se extinguieron contigo. Esa gran raza de hombres a los que te refieres, eran manadas de animales como yo y como todos los que habitamos este bosque, que vivimos y morimos bajo las mismas reglas. Tú renunciaste a todo esto ¿Qué no te acuerdas ya? Ahora tú tendrás que escribir tu propia historia, una aparte de todos nosotros.

- ¿A qué te refieres con mi propia historia?- preguntó el hombre

-Si ¿No te acuerdas que ayer dijiste que tu no eras un animal? Bueno pues entonces ¿Qué eres? ¿De dónde vienes? Tienes que contestarte todas estas preguntas.- decía el perro a un hombre que parecía cada vez más asustado.- ¿Si tú no eres parte de nosotros? Entonces ¿De qué eres parte?

- ¿Parte de ustedes quienes?- preguntó el hombre notablemente tocado por las palabras del perro.

-De nosotros, de todos, del círculo de vida. Tú sabes bien esto ¿Qué acaso ya no lo recuerdas? Los animales, junto con los peces, los insectos, las plantas y todos los seres vivos de este planeta, nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir, necesitamos al agua para tomar y al aire para respirar, necesitamos los mares y las tierras para alimentarnos y así formamos entre todos algo mas grande, “El gran círculo de vida” Todos somos uno. Ahora que tú ya no eres uno de nosotros, entonces ¿Qué eres? ¿De qué eres parte? ¿De donde vienes?

El hombre se sentó y se quedó en silencio pensando en lo que el perro le acababa de decir. Así paso la noche, sin hablar ya más, ensimismado en sus propios pensamientos, avivando solo la fogata de vez en cuando hasta que amaneció. Ya en la mañana el hombre juntó sus herramientas en un pedazo de piel y se las echó al hombro. –No me sigas.- Le advirtió al perro y se perdió por el bosque.

3

Pasaron muchas lunas antes de que el perro se encontrara de nuevo con el hombre. Esta vez fue el rastro de un olor fétido que lo llevó hacia donde estaba. Lo encontró en uno de los valles bajos pegados al rio, había juntado una manada de unos cuarenta hombres entre machos y hembras y a decir por el olor, no se habían movido de ahí en bastante tiempo. Habían masacrado una gran cantidad de arboles que luego arrojaron al rio cambiándole el rumbo; rasparon también la tierra cortando todo el pasto y sembrando plantas muy apretadas unas con otras y todas de un solo tipo. Vivían con otros animales que mantenían amarrados del pescuezo y se podían escuchar sus llantos a la distancia clamando por su libertad, pero los hombres no les hacían caso o no podían porque ya no escuchaban. Cuando el perro vio todo esto dudo en acercarse. Toda la escena era triste, toda la belleza del valle había desaparecido dejando solo un pantano de inmundicia y suciedad.

El tiempo había hecho su marca en el rostro del hombre y ahora estaba cubierto con una barba plateada y sus ojos marcados con arrugas que le atravesaban el rostro. Se había convertido en un hombre viejo.

Cuando por fin decidió acercarse, el hombre no lo reconoció. Recogió una roca del suelo y se la arrojo con fuerza. – ¡Soy yo!- Le gritaba el perro pero el hombre no lo reconocía y seguía tirándole con piedras hasta que lo hizo retroceder de nuevo - ¡Se ha vuelto completamente loco!- pensaba asustado el perro. –Quizás mañana - pensó en voz alta mientras regresaba corriendo a la colina con la cola entre las patas.

A la mañana siguiente el perro se acercó con cautela. Encontró al hombre junto al rio limpiando un animal que acababa de matar. Se fue acercando despacio y se detuvo a una distancia que consideró prudente. El hombre se levantó del suelo y estaba a punto de recoger una piedra cuando pareció reconocerlo.

Permaneció observándolo unos segundos sin creer lo que veía – ¿Eres tu perro tonto?- le preguntó al tiempo que se llevaba la mano a la frente para cubrir la luz que lo cegaba. –Si soy yo, no me ataques por favor.- Le dijo el perro bajando la cabeza.

-No seas tonto.- Le dijo riendo el hombre. –Acércate para que pueda verte, viejo amigo

El hombre acarició su melena y el perro lamió la cara de su amigo. Cuando por fin se sentaron el perro le dijo.- Ayer que vine me atacaste. El hombre no le contesto inmediatamente, se quedó viendo al piso unos segundos –Ya estoy viejo.- dijo por fin. – Hay coyotes que se roban mis animales.

-¿Tus animales?- preguntó el perro desconcertado.- ¿A qué te refieres?

-A esos que tengo ahí.- dijo el hombre señalando los corrales.

-¿Pero porque están en jaulas? ¿Qué no los oyes pedirte que los dejes?

-Si los dejo se van ¿Y después, yo que como? Ahí están bien, yo les doy alimento y ellos me alimentan a mí.

- Hablas como si no hubiera más comida.- Dijo el perro que cada vez entendía menos.- El Bosque está lleno de comida, no tienes más que ir por ella, no necesitas atraparla.

- Ya no es así perro.- Dijo el hombre que se empezaba a inquietar con las incesantes preguntas del perro. -Esta es mi tierra, ya no tengo que ir en busca de la comida, ahora la planto y crece donde yo le digo que crezca. Ya no dependo solamente de la buena cacería, ahora tengo estos animales que guardo y utilizo su leche y sus huevos, y en el invierno cuando no hay cosecha y escasea la cacería, los matamos y nos los comemos. Así no tenemos que mudarnos más, esta es mi tierra.

- ¡No entiendo! –Insistió el perro.- ¿A qué te refieres cuando dices “mi”?

-¿Cómo que a qué? Pues que es mía y el que quiera quitármela tendrá que pelear conmigo

-¿Quitártela? ¿Alguien más piensa que es suya? No entiendo nada de lo que dices. ¿Y las aguas? ¿Acaso también son tuyas?

Esta es mi tierra perro.- le contestó el hombre que perdía la paciencia.- y todo lo que se encuentre en ella me pertenece. Es mía para labrarla y todo animal que aquí se encuentre es mi derecho dominarlo y alimentarme de él. Yo soy un hombre y tengo poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo.

-¿De dónde has sacado semejante derecho?- preguntaba el perro con la voz llena de tristeza.

-Me lo ha dado Dios

-¿Quién?

-Dios perro, mi Dios.

-¿Quién es ese? ¿De qué hablas?- preguntó el perro desesperado sin poder entender nada de lo que el hombre decía.

-¿Qué no te acuerdas que me dijiste que tenía que escribir mi propia historia? Bueno pues mi historia es esta:

Dios es un ser poderoso, mas que todos, más poderoso que tu y todo el circulo de la vida junto. Dios hizo al mundo y todo lo que hay en él. Después me hizo a mí para que lo gobernara, es por eso que me hizo especial, yo no soy un animal. ¿Entiendes? Dios hizo las frutas, los peces, las aves y todos los animales, para que fueran mi alimento, para que nosotros los hombres nos multiplicáramos y pobláramos el mundo. Dios creó los arboles para que nosotros utilizáramos su madera y creó los ríos para que transportaran nuestra agua. Dios creó al mundo para nosotros los humanos y te creo a ti perro para que fueras mi compañero.

Mientras el perro escuchaba a su amigo su corazón se llenaba de tristeza y una lágrima se escapó de su ojo. Por dentro sabía que lo que más había temido durante todos estos años se había convertido en una realidad. Su amigo había perdido la razón por completo, tal y como le habían profetizado aquella noche.

A la mañana siguiente el perro se levantó temprano y fue a donde su viejo amigo dormía para despedirse de el por última vez. El hombre ya se había levantado y estaba poniendo unos maderos en lo que parecía iba a ser otra jaula para animales. El perro se le acercó y se pegó a su pierna para que esté lo acariciara. El hombre lo miró con cariño y le paso la mano por la cabellera como lo había hecho tantas veces.

-Adiós amigo.- dijo el perro, pero el hombre no contestó. –Espero que algún día abandones esta locura y vuelvas con nosotros, a donde perteneces.- El perro hablaba pero el hombre no parecía entender lo que estaba diciendo.

Estaba a punto de marcharse pero se detuvo -¿Me escuchas?- preguntó, pero el hombre solamente sonreía mirándolo con ternura, como si mirara a un niño que le intentaba hablar. – ¿Me escuchas?- volvió a preguntar, pero el hombre siguió sin responder, solo lo acarició una vez más y luego se marchó. Entonces el perro comprendió que la transformación estaba completa, el hombre ya no lo podía escuchar, la profecía se había completado. Sintió un vació no solamente en su alma, sino en el mundo entero, como si algo se hubiera extinguido del planeta. Bajó la cabeza y así en silencio decidió marcharse, dio la media vuelta pero al intentar alejarse sintió un jalón en el cuello que lo regresó. Por más que intentó marcharse no pudo, algo se le había enredado en el cuello que no lo dejaba ir. Intentó decírselo a su amigo pero fue en vano, ya no le entendía.

jueves, abril 14, 2011

¡Ayúdame a mirar!

Cuando me perdí en tu discreta miradita
tengo que confezar que la primera cosa
que me vino a la mente fue la de aquel niño,
Que de la mano de su papá
Conocía por primera vez la mar.
Así como el infante, me he quedado mudo de belleza
Tirándole de la manga a mi ahijado para decirle
¡Ayúdame a mirar!
(Con un poco de ayuda de Galeano)

A ver si ahora si salgo de este naufragio que me visita en sueños
¿Como se atora el picaporte del subconsciente?
Te debes quedar fuera, ya te deseé todo el bien posible
ahora deja que me ahogue en paz en estas bahías
Donde el oleaje es discreto y la lluvia aun no se descubre.

Navegantes habremos muchos... náufragos igual.
El pedazo del cual me salvo no es más la bandera del barco,
Será un madero cualquiera el que me ayude a respirar
Un cofre de estrellas como el de tus ojos, mujer de mar

Mujer de mar, besos de espuma
peligroso vendabal,
oleas deseos y arremetes contra mi
que soy de sal
impunidad guardan tus ojos
misteriosa seducción
cantan sirenas en la brisa de tu voz
hechizo de agua, mojas mi alma
Me disuelvo en cada uno de tus besos
a cada roce de tu piel me va la vida
y tu marea me conduce a la deriva
mujer de mar y yo de sal
(Mujer de Mar David Haro).


viernes, abril 01, 2011

Suspirando y Bailando


Tierra desnuda y alegre

Mis dedos no cesan de tocar tu corazón
De mil y una manera mis modos y formas
A pura pregunta y pregunta estoy
Con deseos de desalambrar tus fronteras
A olor a casa tu cuello abrazado.
Cerca de tu voz, dentro de tu decir.
Tanta luz de la hogera de tus labios brota
Tanto silencio, huellas de los viajeros.
Mente fuerte barre el alma, haz nudos
Amarra los navíos las soledades.
Preso aprendo las mieles de tu libertad.
Tierra de por medio, esperanza de una promesa que llega
Aunque no la atestigüe, se da la fiesta, bailarás.
Mujer has parido la verdad, que linda forma de cantar la vida.
Fuerte limpia, prende el fuego de otro y otro abrazo.
Aroma, sabor, fuerte, dulce, toca el alma de viento y más.
Que lo dije una vez a tu lado, yo viviré acá cantando.
¡Que lindo pensarte suspirando y bailando!

...y si me alcanza la vida será tan solo para amarte más
...y si me sobran las horas
a duras penas te alcanzo a extrañar.



Sentires desde la orilla


La tarde caleña de amarillo se viste y este mar que yo espero es tan solo ilusión

Deja ir la nube, ve que te ha quedado en las manos, lo mismo que ya tenías, solo tierra.
Ya te estaba esperando, cuando vengas mi niño, que me encuentres cantando.
Se va mientras tanto, con la nube, el llanto, la lluvia, los traidores, los cobardes a quién no les dura cerrado el baúl de los secretos, se van todos.
Ojalá cuando nazcas que me encuentres cantando, mientras tanto canto y que todo gire.
A ver si acaso ese Dios dormido, será que escucha, porque el mundo esta recrujuendo de coraje.
Tenemos fiebre todos junto con la tierra, mientras tanto estila ese verdadero orgullo de sabernos falsos amos y señores de este globo de bondades.
Parece un sueño, amarrado a ese tu desvanecimiento, me voy a pie.
Un rio nuevo, ganas de ver, tirar la soledad al mar, como si volaras. Se me inunda el corazón mientras rio yo.
¿A donde queda el sol?

Con la calma de un caracol yo tambien espero aqui en la orilla la madera que escondí, a que vuelva para contarme los colores que aprendió