miércoles, diciembre 29, 2010

Quimera de fin de año

Dejame una flor con tu verdad, una aguja en un pajar y verás que en nombre de tu amor la encuentro.

Traigo un espásmico puño de nostalgias entre el corazón y la boca.
A fin de cuentas sigo con tu extraño nombre entre mis labios, así sin pretender protagonizar los agónicos lamentos de un romántico chantajista, ésto es solo para mi, un regalo de fin de año, un beso tonificador de vida, un ramillete de flores, una sorpresa, una buena intención, un buen amor.

Te doy una palabra, una actitud para desenfadarte, te doy un horizonte unido a un canto eterno, guardo la ilusión por lograr encontrarte, una razón para exprimir el tiempo.







martes, diciembre 28, 2010

Abrazo

Eran sus bocas un constante abrazo, no podrían haber sido arropados por mejor cobijo.
José Luis sentía embonar su alma al movimiento de la boca de Lilián.
Se comían sin cubrir la tentación extraña de urgar en los pensamientos ajenos, ni siquiera los propios, las bocas buscaban aspirarse una a la otra, como un desesperado remolino.
Así también las ansiosas manos, un estado de conexión extraña, dejando de ser individuos y formar una plasta que se mueve totalmente adherida por los labios.
Lo que les quedaba de los residuos del sufrimiento, de dejarse encontrar en la desnudez de esas caricias Lilián tiró una involuntaria lágrima que José bebió como redentor bautizo al amor.
Las manos armonizaban cuidando aquella música lluviosa y las piernas se enredaban como raices de un viejo tule.
Sus ojos, como niños viendo por primera vez la mar... sus mares acaudalándose en un oceánico, irreflagable e impúdico beso.

¡Cállate, lo que tengas que decir me lo dices con la boca sin palabras!

viernes, diciembre 17, 2010

Vuelves como si nada

Después de años y felices días te apareces como si nada.
No se si sepas pero, te hago responsable de horas de terapia que necesito y no he tenido,
Regresas más bella que nunca, a volver a hacerme giras en el otro mundo.
Yo sigo teniendo esa misma mirada que me delata frente a tus amigos,
Que en cuanto te vas, me cuestionan y yo... como adolescente, lo niego todo.
No me he curado de depositar mi corazón en la esperanza,
Esa que nomás se burla de mis expectativas.
Esa, dónde es posible lo que acá no.
De las profundidades de mi inconsciente emerges, y yo,
Sin saber para que carajos, con esa maldita costumbre de querer explicarlo todo
Lo que si es cierto, es que desperté con una dolorosa sonrisa que no se me quita


jueves, diciembre 16, 2010

El cuicón /Capitulo 1 "El abandonado"

En la casa semi-abandonada se encontraba él, con un trago en la mesa y la mirada perdida. Bien sabía ya que este día llegaría, mas no lo tomó en cuenta. ¿Cómo sería capaz ella de irse, si él era el sustento y novio de toda su vida? Los puños sobre la mesa y la soledad de esa casa que tenía once años de haber sido levantada después de la creciente que les obligara al exilio a formar un nuevo hogar en algún lado cercano al cerro para poder huir a un lugar alto y seguro. Amargo trago y mucho el coraje por sentirse “Abandonado”.

Su rostro alcanza a ver una llanta de camión envuelta en lodo seco, dejando polvo por detrás mientras se abre paso en la terracería. El camión de redilas lleva consigo una joven, no mayor a diez y ocho años. Dos niños, de uno y tres de la mano de su madre en la cabina y una niña de aproximadamente cinco.

Mientras el camión avanza el sonido de la banda sinaloense envolvía el ambiente y la mirada de la muchacha se plasmaba sobre aquella fiesta, donde una boda se celebraba, era la boda un señor a la cual la jóven hubiese asistido de no ser por este viaje sin retorno que emprendían con orgullo y tristeza, aquellos que podían darse cuenta.

En esa mesa le corrían los recuerdos de veinte años atrás cuando se había enterado que María estuvo a punto de ser robada a caballo, por un señor y de no ser por José María, hermano mayor de María, quién les alcanzara en otro caballo y reclamara que su hermana era joven aún a punta de fusil la bajara de las intenciones de aquel ladrón.

María, quién había sentido como única hija a pesar de contar con mas de cinco hermanos, que llevaban otro apellido, aprendía el oficio de costurera mientras Alfredo, un joven galante iba y le merodeaba, ella a pesar de su seriedad, se veía cautivada por lo atento de aquel alto muchacho y empieza una historia de noviazgo como en cualquier parte del mundo.

Lupe, prima de María, le conoce por alguna vuelta que Alfredo da en el pueblo y se enamora de él también. Alfredo no puede resistir a los embestidores ojos encantadores de Lupe además de otros encantos. Cansan sus cuerpos sobre la tierra en numerosas ocasiones y llega a este mundo el pequeño Fausto trayéndole ese orgullo de padre, de un varón, el primero.

María queda destrozada por la traición de Alfredo con su prima, de la cual no logra reponerse del todo, razón por la cual rechaza cualquier cortejo de algún prentendiente merodeador, pero Alfredo sigue visitándola y cortejándola a pesar de su nueva condición de padre hasta que María cede a las pretenciones del joven y labioso adulto.

Esa tarde de Abril de 1961, aproximadamente veinte años después, le estaba abandonando. Alfredo, sufría esa tarde y a la noche mitigaría el dolor en los brazos de su hermosa nueva esposa.


miércoles, diciembre 01, 2010

Nada

Viejito...sigo sin entender a la Esperanza, la verdad es que no le creo, no creo que tenga alguna función práctica más alla de la de mantenerme con un andadito y cara de gilipollas, con alguna perversa motivación para seguir adelante, ¿adelante de quién? ¿Porque ese afán de "avanzar"o "crecer"? Si de por si crecí, alguna vez y aprendí a caminar.

La Esperanza pareciera que es un "esperar" algo para beneficio propio y ahí radica la insatisfaccion tácita. Nunca es suficiente, ni o será.

El Sol sale aunque no crea en el, no se "siente" porque no crea en el, ni me castiga no saliendo, claro que cada día he prendido el fuego para dare la bienvenida como alguna vez me enseñaste. Para comunicarme contigo, en aquel lugar donde sangra el cielo para que nuestros espíritus platiquen y se acerquen. Lo que no olvido es agradecerle que se asome.

Sigo aprendiendo y repitiéndome cada bienvenida y despedida del sol, que no tengo nada, que no vaya a tener la tentación de caer en esa soberbia de creer que algo sea para mí, aunque así me lo repitan, aunque así me lo repitan.

Para todos Todo, Nada para nosotros.

Nuestra arma es nuestra palabra


Camilo, de seis años, hijo de Glenda Irazábal:
-¿Por qué me llamás "mi vida", mamá? Vos tenés tu vida y yo tengo la mía.

Vera, de seis años, hija de Elsa Villagra:
-¿Dónde duerme la noche? ¿Duerme aquí, abajo de la cama?

Luis, de siete años, hijo de Francisca Bermúdez:
-¿Se enojará Dios, si no creo en él? Ay, mamá, no sé cómo decírselo.

Carlitos, de cuarenta años, hijo de María Scaglione:
-Mamá: ¿a qué edad me sacaste la teta? Mi psicóloga quiere saber.

(Edades "Eduardo Galeano" Fragmento)