A veces me arranco a escribir sin pensarlo mucho. En numerosas ocasiones se nota
Ahora quisiera contarte de uno de mis primeros cariños duraderos, que tiene que ver más con el cuidado y la renuncia, no con obtener, quince años como quince minutos.
En una noche de mariachis en pijama, un tipo se me acerca con una cámara digital y me enseña una foto recién tomada sin el consentimiento de la chica, tomada desde abajo hacia arriba. Sin siquiera saber quien era la víctima enfurecí, y le exigí que borrara esa foto. Y me confesó quien era la víctima, era ella, mi pequeña.
Era ella, llevaba todo el festival detrás mío y yo de ella, muertos de risa, con un vínculo descomunal. Ella con unas ganas de aprender de todo y yo maravillado con escucharle salir del cascaron. Era tanto su entusiasmo y el cariño, que no se daba cuenta o no le importaba pero, se me subía en las piernas a platicarme sus anécdotas. Obviamente, los funcionarios de la oficina hablaban. Cuando no me buscaba, yo buscaba cualquier pretexto y le llamaba, como que la extrañaba. El cariño se desbordaba. Yo era unos cuantos años mayor que ella, quizá poco más que unos cuantos.
En ese fin de Agosto, yo tenía el corazón destrozado, acababa de terminar una relación, escribí las cartas desde el destierro y el pueblo de los niños. Esa noche era el cumpleaños de mi ex, yo había conseguido aun sin recursos, comprarle un violín como regalo. Mismo que nunca le llegó gracias a un momento de lucidez.
Esta pequeña becaria, era un bálsamo en mi desierto, una ternura que se movía con rapidez y liderazgo. Con unos ojitos que parecían desesperados por salir pero que apenas podía abrir. En silencio la defendí esa noche, de varios depredadores alcoholizados. Y acabé en su cuarto rendido y medio borracho. ¿ que si había deseo? todo el del mundo, pero más ternura, al menos de mi parte. Ella se aparto al cuarto de baño a cambiarse de ropa y salió con un pijama de panditas que me recordó que era una peque. Nos quedamos acostados en su cama y al cabo de un rato, me dijo que sería mejor que me fuera. Pedí quedarme cinco minutos. Aspiré con toda la piel cada segundo como si fueran mis últimos instantes en este planeta, y al culminar los cuatro minutos con cincuenta y nueve segundos me marché.
Tengo un vago recuerdo de haber ido a un balneario con la gente de la oficina, en ese sitio me contaba de un chico que le estaba o gustando o pretendiendo, de ahí en adelante todo recuerdo se me nubla, ese año dejé de fumar, ese famoso día que decimos en México "No se olvida", no nos volvimos a ver... ella, como era esperado emigró, yo también aunque volví. Todo cambió, todo siguió... todo menos esos cinco minutos.
Además del Mariachi me enamoró el Son Jarocho, del cual tomo unos versos que los pongo como regalo
Chaparrita chaparrita
cachetitos de manzana
anda ve y dile a tu mama
que si quiere ser mi mama
y a tu abuela mi abuelita
Cachetitos de manzana
ojos lindos que se asoman
corazón y mi amalgama
No seré yo quien te coma
aunque me coman las ganas
En una cajita de oro
tengo un amor chiquitito
no pierdo las esperanzas
de besar tu cachetitos


