miércoles, diciembre 01, 2010

Nada

Viejito...sigo sin entender a la Esperanza, la verdad es que no le creo, no creo que tenga alguna función práctica más alla de la de mantenerme con un andadito y cara de gilipollas, con alguna perversa motivación para seguir adelante, ¿adelante de quién? ¿Porque ese afán de "avanzar"o "crecer"? Si de por si crecí, alguna vez y aprendí a caminar.

La Esperanza pareciera que es un "esperar" algo para beneficio propio y ahí radica la insatisfaccion tácita. Nunca es suficiente, ni o será.

El Sol sale aunque no crea en el, no se "siente" porque no crea en el, ni me castiga no saliendo, claro que cada día he prendido el fuego para dare la bienvenida como alguna vez me enseñaste. Para comunicarme contigo, en aquel lugar donde sangra el cielo para que nuestros espíritus platiquen y se acerquen. Lo que no olvido es agradecerle que se asome.

Sigo aprendiendo y repitiéndome cada bienvenida y despedida del sol, que no tengo nada, que no vaya a tener la tentación de caer en esa soberbia de creer que algo sea para mí, aunque así me lo repitan, aunque así me lo repitan.

Para todos Todo, Nada para nosotros.

Nuestra arma es nuestra palabra


Camilo, de seis años, hijo de Glenda Irazábal:
-¿Por qué me llamás "mi vida", mamá? Vos tenés tu vida y yo tengo la mía.

Vera, de seis años, hija de Elsa Villagra:
-¿Dónde duerme la noche? ¿Duerme aquí, abajo de la cama?

Luis, de siete años, hijo de Francisca Bermúdez:
-¿Se enojará Dios, si no creo en él? Ay, mamá, no sé cómo decírselo.

Carlitos, de cuarenta años, hijo de María Scaglione:
-Mamá: ¿a qué edad me sacaste la teta? Mi psicóloga quiere saber.

(Edades "Eduardo Galeano" Fragmento)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido escritor:
Este coment es mas a manera de confesion mas que todo. Me costo leerlo como 4 veces y llegar a un "mood" ad hoc para poder entenderlo correctamente. Asi pues creo que a veces tus relatos son como los zapatos, depende del clima te los pones o no....
Besos desde chilangotown
Tu fans #1