domingo, octubre 12, 2008

Epítome del poder de la dignidad persistente

Mujer.
Prometo no postergar lo que estaba haciendo, lo hago en cuanto termine de escribirte.

Mi palabra es solo el eco de tus acciones, es la repetición que muestra la admiración que te tengo mujer, mujer imparable, mujer invencible, mujer de a deveras.

Son tántas veces las que me sentí amenazado por tu huracán, por tu energía y por esos tus brazos que no paran de sostener la verdad y la dignidad. Mi furia es un solo el sonar del violín de tu orquesta, y mis intenciones son los destellos de tus luchas.

Inborrable es tu cara de repudio y odio a la declaratoria de derrota, o peor aún a la de desgana imposibilitada por la cobardía. Ahora el impacto de un adaggio me convoca a estar envuelto en tus brazos y en tu sonrisa, porque. senido del humor te caracteriza y ¡que monumento! es tu risa.

Cada huella tuya trae marcada la pasión de sentirse vivo. Nadie como tu honra tan dignamente la pasión y el respeto por la vida, cuando es llevada como hasta ahora vos. En esta nueva comunidad en donde mi caracol encuentra la estrella de la esperanza, los viejos sabedores no son machos, son Mujeres, y empieza contigo, con tu ejemplo.

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