A quien escribo se esparce, desaparece y difumina.
No se si escribirle que me anonadaría o que le extraño
No me sirve un espíritu en añicos y un fantasma escurridizo
Ni las canciones rancheras ni el adagio de Albinoni.
Quizá escribo para encontrarnos o refrendar mi efímera existencia
Para cambiar estos tatuajes a placer y que se entienda mi graffiti.
No pretendo cambiar el mundo con mis letras, ni hacerte revolución.
Me abstengo de caer en la tentación de ser un redentor de consciencias
Lo que si derrocaría, es la imprudencia de mi muda voluntad
para arrancarte la mirada a besos.
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