viernes, enero 07, 2011

El Cuicón Capítulo 2 "La predicción"

A principios del siglo se estaba revolviendo el atole, el indio Porfirio tenía que asegurar las tierras ya que los revolucionarios estaban haciendo giras las propiedades de los oríundos del valle del Mayo, padecieron mucho tiempo la esclavitud de los yoris. Tenían una tierra privilegiada rodeada de mares, rios y lodo fértil lo cual a los rebeldes les hacía fácil el tránsito por ese territorio además de muy atractivo perderse en algún pueblo como el valle de Ahome, cabecera municipal de la región norte de Sinaloa.

El pobre, como siempre, sin miedo va a la guerra a pelear sus nulas libertades y un pedacito de tierra que muchos norteamericanos habían adquerido así porque sí. El General Obregón repartiría tierras tiempo después, pero a inicios de mil novecientos era con los dientes como se tenía que defender el terruño.

En un paso por unas tierras que serían tomadas a una familia de blancos, el indio Porfirio tomó a una mujer como esposa, Rosa María, una chamaquita de apenas quince años, que para esos tiempos ya era una mujer digna de tortear y parir. Era muy bonita para hacer pareja con Porfirio, decían que se la había robado pero nunca lo pudieron comprobar ya que no se podía percibir ninguna señal de desencanto con su Porfirio.

Rosa María y Porfirio tuvieron por hijos a Alfredo, Carlos, Manuel, Ana Marina, Exiquio, Enrique, Estéfana, Elodia y Chimina, en órden de jerarquía en las responsabilidades en la casa. Los hijos heredaron la belleza de Rosa y la fuerza de Porfirio, fueron realmente protagonístas del pueblo de San José de Ahome, San Lorenzo y La Higuera de Zaragoza, todo esto en las tierras Yoremes del norte de Sinaloa.

Se dice que la altura, porte, voz y galantería fanfarrona de Alfredo le abrió muchos caminos en el sector público, en relaciones comerciales y políticas, Alfredo y Ana Marina cantaban, Manuel tocaba la guitarra y Exiquio la mandolina.

Cuentan que a Alfredo, una bruja le enseñó detrás de unos medanos, los menesteres del amor y le pronosticó una vida corta y una gran variedad de sentimientos, como soledad, amargura, amor, orgullo, indiferencia, abandono, amistades y tertulias. Alfredo hizo mofa de estas predicciones, después de haber iniciado la constante expulsión de inseguridades enredado en las piernas de ésta gitana, subiéndose el pantalón y un dolor en la entrepierna que le convertía en hombre, dirigiéndose al baile de la cancha de baloncesto echó sus primeras lágrimas de miedo silencioso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahora si mi querido escritor
he de confesar que de pronto estas entregas del cuicon me resultan como cualquier otra adiccion, causan enorme placer al principio pero me dejan con ganas de mas... esta muy bueno el relato lo divertido sera al final volver a leer todos los capitulos de corrido.
Un beso tu fans chilanga #1