martes, enero 11, 2011

El cuicón /Capitulo 4 "La lección"

El frío despertaba a cualquiera, era por eso que tres de los cuantro hijos de María, estaban pegaditos como pollitos para calentar un poco el catre donde se acomodaron los tres esa noche.
María se había despertado temprano, puso café y empezó sus labores de costura, que tenía algo tarde por los apuros decembrinos de las vanidosas del pueblo. Además de que el frio arreciaba y mas de algun gorrito o chambrita era necesario para los niños recien nacidos que el pueblo había mandado traer por allá de la primavera.

Porfirio, el mayor, ya estaba despierto, el chillido de la calentadera de agua, el frio, el ruido de la máquina de cocer y un poco la angustia lo pusieron en pié, su padre no había llegado, entonces no habría que ir a las tierras, a los poquitos minutos llegó Alfredo con un olor parecido a guayaba fermentada, hablando poco y con cara de enfermo se metió a dormir. Porfirio ya sabía que no podría hacer ruido, que había que respetarle el sueño a los mayores.

Porfirio se dió cuenta que esa navidad como muchas otras, a ellos no les amanecería nada bajo ningún arbolito, él no importaba, sus hermanitos eran los que quiza merecían un poco de alegría en esa rutina de carencias. Así que se le hizo fácil tomar un par de gallinas, de esas que andan sueltas y parecen no tener dueño, e irlas a vender antes de que sus hermanitos se le pegaran como alhuates o huichaporis. Las logró vender a Don Guachi en dos pesos cada una, con ese dineral pudo comprar en la tienda de Don Juan cacahuates, mandarinas, unos monitos y unas muñequitas de trapo.

Mientras el niño estaba haciendo fuera consiguiendo lo que les amanecería a sus hermanos, los vecinos le comentaron a María que su hijo había tomado dos gallinas de la calle. Alfredo alcanzó a escuchar el mitote de las mujeres y enfureció que empezaran a calumniar a su hijo.

Al llegar Porfirio con las bolsas llenas de regalos, le esperaba su padre con cara de piedra.
Le tomó violentamente del brazo y lo amarró al poste de luz que estaba fuera de la casa.
Lo chicotió con el cinturón hasta que el chico desmayó, no sin antes advertirle que él no estaba criando ladrones.
Se formó un puño de mujeres llorando y gritándole cosas como "¡Salvaje, abusivo, cobarde, bestia!"

Los cacahuates fueron arrebatados como bolo de piñata por los chicos de la cuadra, las mujeres
comentaron y se fueron, María levanta a Porfirio, lo lleva al catre para aliviarlo con ungüentos y besos, es curioso que María besa a su hijo inconsciente y es fria como la mañana cuando los chicos están despiertos.

Los otros chicos se quedaron sin que les amaneciera nada, Porfirio agradece con cariño y nostalgia aquella lección que su padre le dió hasta el fin de sus días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi querido escritor:
Me gusta esa manera en que me traes revuelta entre ayer, hoy y mañana. Al final que no es asi la vida de todos?
Un beso desde chilangolandia con cariño tu fans #1