viernes, septiembre 24, 2010

El purgatorio

Esa noche, un dolor intenso en la nariz, dificultades para respirar, un espantoso frio en los pómulos y las orejas, los pies lastimados de correr la supervivencia, raspaduras por todas partes, ardor en las entrañas, la garganta cerrada e innumerables lágrimas; Lorena no podía explicarse porque éste país, de tan amigable fama, estaba siendo una catastrófica pesadilla. "Tan solo estoy de pasada" pensaba la nicaragüense en un sollozo, "Ni siquiera he considerado quedarme aquí y menos con esta bicentenaria hospitalidad".

Había logrado escapar de los Maras, de los migras en Chiapas, de los Judas en Veracruz, se tiró del tren al ver las luces de las camionetas que mataron a setenta hermanitos que venían con ella librando ya medio camino, por último este guacho tamaulipeco que le quería imponer la vocación de puta, teniendo repetidos ensayos; había logrado escapar de cada uno de estos episodios sin embargo en cada ocasión, tuvo que pagar tributo por su vida

Esa noche por un descuido del militar, logró escapar como liebre por la puerta trasera, brincó azoteas, libró a varios perros y se refugió en esa fonda donde una señora le arropó milagrosamente. El televisor anunciaba la indignación de los mexicanos por la muerte de un muchacho en el puente del Río Bravo en Ciudad Juárez. Lorena no quitaba la vista de sus enchiladas mientras escuchaba la noticia pensando en silencio... "¡Pobre muchacho!"


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