sábado, septiembre 18, 2010

Los ojos de la marchanta

En estos lugares, se pueden encontrar las mejores sorpresas, decía esto un taxista con gran orgullo mientras manejaba sobre el pavimento mojado de ésta su Gran Ciudad.

Ramiro, recién desempacado de Concepción de Buenos Aires Jalisco, también conocida como "Pueblo Nuevo", a penas escuchaba al entusiasta taxista, con su sombrero abrazado y la cabeza pendiente de la ventana, con los ojos irritados y su garganta triste. No quería demostrar vulnerabilidad, ni hablar mucho para que no se le notara que es de juera... No quería andar presumiendo que era de Pueblo Nuevo, ni que allá son muy machos, ni que la leche sabe mejor, ni que ahí están las mujeres más bonitas, ni los caballos más fuertes.

Había salido de su pueblo, porque unos mafiosos de un pueblo cercano amedrentaron y exiliaron a toda su familia, para poder refugiarse y apropiarse de sus tierras. Clarito escucho los gritos cuando regresó del rancho de un lado, dónde había ido a ordeñar las vacas de su abuelo, ya que éste estaba enfermo y hospedado en el ranchito con ellos mientras se recuperaba. Nada encontró Ramiro, nada.. sólo los balas tendidas como ropa mojada sobre la barda de piedras... un chamaco con bigote discreto, que lo había visto todo, le dijo que no había de jugarle al "macho" que ya llevaban tres casas y que más valía juir a todo galope. Mal vendió el caballo a punto morir y con eso le alcanzó pa comprar su boleto y procurar a su padrino que vivía en la Gran Cuidad

Ya que Ramiro bajó del taxi y se perdió por tres días, entre la ciudad, los mariachis y el alcohol, sollozando en los pasillos, lo encontró una marchanta que vendía jugos en un mercado. Le preparó una mezcla de jugos que solo ella sabía que traía, y sólo ella sabía para qué servía, además le dió un beso en la cabeza y un par de ojos que fueron su mejor regalo. Ramiro, se limpió los ojos, se arregló la camisa, se levantó y siguió su búsqueda.

Siguió prensado del pensamiento de sus ojos por varios días de camino, de pesquisa, de esperanza, le habían dicho que su familia también había huido a la gran ciudad en busca del padrino...

Ramiro sólo pensaba...

porque eres linda desde los pies hasta el alma
porque eres buena desde el alma hasta mi frente
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro


(Mario Benedetti Fragmento "Corazón Coraza")

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