lunes, octubre 29, 2012

Soberana

Discúlpeme pero no creo en la conquista.

Si usted misma se compara con un territorio sin soberanía dispuesto a ser saqueado, despojado de su identidad, explotado y utilizado, tenga por seguro que yo no seré su Diego de Mazariegos.

Si acaso piensa que insistiré hasta que usted no tenga más remedio que aceptar, continua errada.
A la menor manifestación de amenaza, de parte de usted, respetaré sus fronteras con el pasaporte en la frente, las manos y el corazón abiertos y la bandera de paz a lo alto.

En usted se ve la democracia utópica de los pueblos organizados.
La cooperación igualitaria y la construcción de un otro mundo posible.

Con el respeto a sus costumbres, vestido, lenguaje y creencia prefiero quedarme, si acaso usted considera bienvenida mi llegada, mi visita a su soberanía.



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